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Eres lo que comes, eres lo que conduces, eres lo que compras, eres lo que vistes, eres lo que bebes, eres lo que ves, eres lo que juegas... ¿y lo que respiras?
Cada vez son más los expertos que alertan sobre la problemática de la conocida como contaminación atmosférica, y los efectos que provoca en la salud de las personas y el clima. Desde el esmog suspendido sobre las grandes ciudades, hasta el humo en los hogares, la contaminación del aire es ya una realidad que afecta a millones de personas y sobre la que entidades como la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya han puesto el foco.
Según la OMS, la contaminación del aire provoca el fallecimiento cada año de 4,2 millones de personas debido a accidentes cerebrovasculares, cardiopatías, cáncer o enfermedades respiratorias agudas y crónicas. Además, a ello se suma que el 91% de la población mundial vive en lugares donde los niveles de contaminación exceden los límites establecidos por la OMS.
A su vez, los problemas de contaminación del aire no solo suceden en el espacio público, sino que una gran parte de la problemática se localiza en los espacios de interior. De hecho, la contaminación del aire interior afecta al 50% de la población, y el 68% de las enfermedades se encuentran relacionadas con la contaminación del aire.
La OMS ha marcado una serie de directrices para determinar la calidad del aire en interiores que está desarrollada conjuntamente con Europa. Este plan de acción se aborda en tres grupos de temas que son relevantes para salvaguardar la salud pública.
Entre ellos se encuentran los contaminantes biológicos del aire interior (producidos principalmente por humedad y moho), pautas específicas de contaminantes (prestando especial atención a la contaminación química) y los contaminantes de la combustión de combustibles en interiores.
Tras el estallido de la pandemia provocada por el Covid-19 los espacios interiores han adquirido una mayor relevancia, poniéndose en el punto de mira de expertos y entidades especializadas en salud. No obstante, ya antes de la pandemia el control de la calidad del aire en interiores venía siendo estudiado por organismos como la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA).
Según la agencia del gobierno estadounidense, la mayoría de los estadounidenses pasan el 90% de su tiempo en interiores, donde la calidad del aire puede ser entre 2 y 5 veces peor que la exterior. Además, en el año 2013, los niños con asma de entre 5 y 17 años perdieron 13,8m días de escuela. A su vez, una mala calidad del aire no solo provoca enfermedades y aumenta el absentismo escolar, sino que también es uno de los principales peligros para la salud de los más pequeños.
No solo la EPA es el único organismo que de la problemática de la calidad del aire en interiores. A ella se suman, entre otras, las denuncias realizadas por la Asociación Médica Americana (AMA), entidad según la cual el 50% de las enfermedades son causadas o agravadas debido a la contaminación del aire de interior.
Por ello, se aconseja el uso de dispositivos de filtración de aire ya que pueden reducir hasta el 50% de los síntomas provocados por el conocido como Síndrome del Edificio Enfermo. Se trata de un conjunto de sintomatologías y enfermedades que, o bien se han originado, o han sido estimuladas por la contaminación del aire en espacios de interior. Algunas organizaciones como Ecologistas en Acción han venido alertando sobre este síndrome, así como de los problemas para la salud que una mala calidad del aire puede acarrear para las personas.
Tras el estallido de la pandemia nos hemos acercado a conceptos relacionados con la calidad del aire que antes solo estaban en manos de expertos. Quizás por ello sea más fácil hoy comprender cuestiones como que, por ejemplo, los patógenos están contenidos en gotas o partículas respiratorias, y que éstas se pueden transportar a través del aire.
Debido a su peso, las partículas más pequeñas permanecen en movimiento, pudiendo ser inhaladas y causar una infección en nuestro organismo. Al mismo tiempo, las partículas más grandes se van depositando por su peso en distintas superficies, creando así un segundo riesgo de contaminación cruzada.
Ante este riesgo, es vital reducir la contaminación en el aire a través de un buen proceso de purificación mediante la filtración de partículas nocivas y gotas respiratorias para lograr así eliminar alérgenos, virus y bacterias, causantes de enfermedades, malestar y absentismo.
España tampoco se libra de la contaminación del aire o, al menos, así se desprende de uno de los últimos informes anuales de calidad del aire elaborado por la ONG Ecologistas en Acción.
Según uno de los últimos informes de calidad del aire elaborado por la ONG, alrededor de 30.000 personas fallecieron en España por contaminación atmosférica en el año 2019.
Además, se señala que el 94 por ciento de la población siguió respirando aire contaminado con niveles superiores a los recomendados, afectando a cerca de 44 millones de personas, y al 88% del territorio español.
Tras la pandemia, la calidad del aire ha adquirido una importancia nunca antes vista, siendo cada vez mayor la preocupación por la preservación de ambientes con aires limpios y en constante renovación. La salud depende también de esos ambientes limpios. Y ahora, con todo lo que ya sabes, ¿qué piensas del aire que respiras?".
Recuerda…."Somos lo que respiramos"
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